Mujeres Didinga y Toposa
Sud este de Sudan del Sur –
FUMADORAS
Viajé a Sudán del sur, el año pasado con el objeto de conocer algunas de las culturas africanas menos fotografiadas y menos conocidas. Sudán del sur es el país más joven del mundo. Logró su independencia en el año 2011. La parte más reciente de su historia puede tomarse desde el reparto de África luego de la Conferencia de Berlín en 1885. Desde este evento, sufrió la ocupación anglo-egipcia por 75 años.
El gobierno británico dictaminó que toda la zona denominada Ecuatoria sea “distrito cerrado a la influencia de occidente”, por lo que el territorio que luego sería Sudán de Sur, quedó detenido en el tiempo. En 1956 se retiran los británicos cesando la ocupación y todo el territorio que correspondía a Sudán entra en sucesivas guerras civiles hasta el 2005, quedando como consecuencia una zona anclada en el pasado, diezmada por la guerra, millones de muertos y de gente que migró a países vecinos. En este contexto, comunidades tribales como los Toposa y los Didingas han sobrevivido y han mantenido las más antiguas tradiciones.
Presento here a un grupo de mujeres guardianas de la historia oral de su pueblo, han resistido décadas de guerra y conflictos tribales. Sus tradiciones son transmitidas de generación a generación, son las líderes de sus tribus, se encargan de la crianza de sus hijos, de armar y reparar sus chozas, de ir a buscar agua al pozo para la familia y para los animales, de cocinar para chicos y adultos de la comunidad. Fuman tabaco, costumbre milenaria que marca su estirpe, su identidad y orgullo tribal. Sus largas pipas son artesanalmente talladas en madera y decoradas con chapas y cuentas. Ellas se adornan también, no solo para las fiestas o ceremonias, con piercings labiales, collares de múltiples colores y según la tribu también escarifican su cuerpo como rasgo de belleza y de pertenencia.
Cuando tuve el primer encuentro con la comunidad Toposa y luego con los Didingas, me llamó la atención la presencia de esas mujeres. Mujeres fuertes, con carácter, algunas sobre las chozas haciendo reparaciones, otras en la faena de una cabra para compartir con varias familias y todas fumando…
Se reunieron también en una asamblea con otras aldeas vecinas y era particularmente interesante verlas activas y dirigentes, levantando sus pipas adornadas. Esta actitud y costumbre no la practican los hombres. Me permitieron fotografiarlas, accepton mi presencia sin reparos y fue muy emocionante compartir con estas mujeres sus tareas cotidianas.
Estas culturas van hacia una situación más sedentaria y occidentalizada, pero ellas son y van a ser las que trasmitan su esencia a sus descendientes.